¿Qué significa realmente “un proceso justo”? Una lección desde el derecho italiano

 

Italia es, desde hace décadas, un laboratorio jurídico fascinante. Pero como todo laboratorio, también ha sido el escenario de ensayos fallidos, de retrocesos, y de profundas lecciones. Esta es una de ellas.

En El justo proceso, Paolo Ferrua —en una edición impecablemente traducida por Perfecto Andrés Ibáñez— nos ofrece mucho más que una reconstrucción del derecho procesal penal italiano. Nos ofrece una advertencia, una brújula, una pregunta urgente: ¿todavía creemos que el proceso penal debe servir para conocer la verdad?

El Código Procesal Penal italiano de 1989, nacido con grandes esperanzas, marcaba una ruptura con el viejo sistema inquisitivo. Apostaba por el juicio oral, por la contradicción entre partes, por un juez que escucha, no que investiga. Era un paso civilizatorio. Pero pronto, bajo la presión de una criminalidad brutal y la tentación de la eficiencia, llegaron las contrarreformas: se volvieron a admitir pruebas unilaterales, se debilitó el principio acusatorio, se permitió a la policía judicial testificar sobre declaraciones recogidas sin control de las partes.

Ferrua lo dice sin rodeos: fue una demolición de los cimientos. No una evolución, sino una regresión. En nombre de la “no dispersión de la prueba”, se sacrificó la contradicción, el equilibrio, la justicia misma. Pero lo más valioso del libro está en su trasfondo. No es solo una crónica legislativa. Es una meditación profunda sobre el sentido del proceso penal. Ferrua no se contenta con hablar de reglas. Nos habla de verdad, de conocimiento, de la ética de juzgar. El proceso —nos recuerda— no es un teatro ni una máquina: es un espacio de racionalidad donde el juez debe reconstruir hechos, no adivinarlos; donde la prueba debe ser contrastada, no asumida; donde el derecho debe actuar como garantía, no como espectáculo.

Hoy, cuando tantos ordenamientos discuten sobre la negociación penal, las declaraciones preconstituidas, o el debilitamiento del juicio oral, este libro es más que pertinente: es indispensable.

Porque al final, lo que está en juego no es una técnica jurídica. Lo que está en juego es si seguimos creyendo que la justicia merece un proceso que haga honor a su nombre.

Paolo Ferrua, El justo proceso. Palestra Jurídica, 2025. Traducción de Perfecto Andrés Ibáñez.

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